Confianza en las relaciones

La confianza es un ejercicio personal de mantener una balanza equilibrada entre las emociones positivas, que puedan suscitar lo mejor de las personas y sus mejores resultados; y el peso de las emociones negativas, que se focalizan en lo malo y tienden a generar peores resultados.

Suele suceder que cuando alguien comparte con nosotros información relevante y emocionalmente profunda, nos abrimos más a esa persona, e incluso, nos sentimos más conectados y nos brinda una mayor facilidad a la hora compartir temas importantes sobre nosotros mismos.

En estos escenarios es imprescindible practicar la empatía, y tener en cuenta que un valor fundamental para que la confianza en una relación funcione es la autenticidad por ambas partes.

Las relaciones de confianza se generan mediante el vínculo de las personas a la hora de comunicarse, sin tener miedo a expresar lo que piensan o como se sienten. Poder mostrarnos lo bueno y lo mejorable, con sano equilibrio; y reconocer lo positivo en el otro (cada vez que tengamos oportunidad) generará lazos más fuertes y ecológicos en nuestras relaciones.

La confianza consiste en equilibrar una relación sumando más aspectos positivos que negativos. Sentir confianza es un bálsamo en las relaciones con nuestros compañeros de trabajo. Nos permite estar más centrados en nuestras tareas sin distraernos con nimiedades, ni nos empuja a compararnos con los demás.

El valorar cada acción o conducta positiva, aun en aquellas tareas mínimas, provoca un vínculo más sólido; y generar un vínculo sólido se construye entendiendo las diferentes formas de comunicarnos como seres diversos que somos. No todo el mundo vive una crítica o una felicitación con la misma intensidad; hay gente más racional y otra más sensible, y para esto, saber adaptarse al lenguaje de aquel en quien depositamos nuestra confianza requiere de un conocimiento personal previo, especialmente si queremos ser asertivos al señalar un error.

Asimismo, se debe ser muy cuidadosos a la hora de regalar fácilmente nuestra bienintencionada sinceridad, sobre todo sin tener en cuenta las consecuencias que pueda traer o si realmente es necesaria en ese momento, “el camino al infierno está plagado de buenas intenciones”. Para decir las cosas es necesario tener en cuenta el momento oportuno, decirlas con un tono apropiado y teniendo en cuenta las circunstancias personales de nuestro receptor en ese momento.

La confianza en una relación es un acto de afecto que conlleva comprensión y aceptación del otro. Es entender su mirada, aunque no la compartamos y, sobre todo, es una actitud de dejar hacer, teniendo en cuenta que la conducta del otro, equivocada o no, está guiada por una intención positiva y que no podrá afectarnos si llevamos el con firmeza el timón integro de nuestras vidas.

Si somos conscientes de la responsabilidad ante nuestra decisión de confiar, no caeremos en papeles victimistas ante críticas constructivas (o menos constructivas), ya que sabremos reconocer la intención positiva de quien nos las hace. 

Mantener la confianza es un ejercicio al que debemos prestar una especial atención con cierta continuidad, pero que generará una riqueza emocional que nos permitirá llegar allí a donde queramos rodeado de afectos.